Una lectura de los Derechos Indígenas en la Conferencia de Estocolmo + 50

 


El 02 y 03 de junio de este año se realizó la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el medio ambiente en la ciudad de Estocolmo. Este evento reunió a gobiernos, empresas, organizaciones y líderes de diversas partes del mundo en torno a la temática ambiental, con el propósito de impulsar y apoyar estrategias para disminuir la contaminación del planeta y la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

El evento de este año fue emblemático pues se cumplieron 50 años de la Primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano. De esta reunión se aprobó la Declaración de Principios de Estocolmo un instrumento jurídico no vinculante que contenía 26 principios para la gestión racional del medio ambiente. La realidad de 1972, en torno al medio ambiente ya marcaba una preocupación en el ámbito internacional, dejando en las agendas políticas la necesidad de un cambio en la forma en que el ser humano estaba interviniendo en la naturaleza.

A 50 años de la primea Conferencia el panorama medio ambiental ha profundizado su crisis, según datos de la NASA, en el 2021 la tierra registró una temperatura media de 1,9 grados Fahrenheit, lejos del 1,5 que exigen los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Por otro lado, la contaminación de los océanos sigue avanzando, presentando un incremento en los niveles de acidez del 11% al 30% en el lapso 2015-2019. Asimismo, en un período de 20 años se han perdido alrededor de 100 millones de hectáreas de bosques.

Si hablamos de pueblos y comunidades indígenas, para la década de los setenta en la región latinoamericana eran homologados a la noción de campesinos, y parte de sus territorios fueron ocupados por hacendados, vulnerando sus derechos territoriales y sus formas de vida. Asimismo, sus territorios comienzan a sentir las consecuencias de una política extractiva que no deja de estar en las agendas de los gobiernos pese al esfuerzo que señalan los Estados por mitigar el impacto del cambio climático.

Para la década de los noventa se avanza en los derechos de los pueblos indígenas en el ámbito internacional con el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, y posteriormente se aprueba la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007), los cuales reconocen el derecho al territorio de estos pueblos y la importancia de sus conocimientos ancestrales y tradicionales en la gestión de sus hábitats y tierras.

A la par de lo anterior y en la misma década, existe un cambio en la mayoría de las constituciones de América Latina que reconocerían un catálogo de derechos para estas poblaciones originarias.

El balance en cuanto a los avances de los derechos indígenas desde la década de los setenta hasta la actualidad es muy alentador, incluso los pueblos indígenas pasan de ser sujetos de derechos a actores internacionales activos, con lo cual logran incidir en escenarios nacionales e internacionales donde se toman decisiones.

Esto además se complementa con la importancia que se le ha reconocido a los conocimientos ancestrales y tradicionales de estas poblaciones indígenas en la sostenibilidad ambiental, tal como lo deja claro la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP26, cuando afirma el papel fundamental que pueden desempeñar los conocimientos y las experiencias de estas poblaciones en la acción eficaz contra el cambio climático.

Después de 50 años ¿Cuál es la realidad de los territorios indígenas en Latinoamérica?

Por 50 años, los indígenas han estado luchando para proteger nuestros territorios ancestrales de las industrias extractivistas. Han protegido la biodiversidad para toda la humanidad. Es el momento para actuar de manera inteligente, escuchar y proteger.” Esta es una de las frases que ha dejado la conferencia Estocolmo +50 sobre los pueblos ancestrales dentro de la lucha por un medio ambiente menos contaminado y más preservado.

Asimismo, Inger Andersen, secretaria general del evento, ha dicho que “... las necesidades de las comunidades vulnerables y los pueblos indígenas deben ser más importantes que las de demandas de las élites por más riqueza y más poder…”. Sin embargo, pese a los avances en materia de derechos indígenas, de reconocer la importancia de los conocimientos ancestrales y tradicionales en la gestión de sus territorios, las conclusiones de Estocolmo + 50 no expresa la necesidad inmediata de un cambio en la política extractiva desarrolladas en territorios indígenas.

¿Qué pasará por ejemplo cuando se profundice el Arco Minero del Orinoco en Venezuela o cuándo se continúen construyendo los mega proyectos en la Amazonía? Es necesario, formular políticas interculturales desde arriba que limiten la expansión y profundización del extractivismo en todas sus formas. Es imprescindible apoyar la iniciativa del 80 por 25 propuesta e impulsada por la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) junto a sus organizaciones de base en los países amazónicos, esperando que los grandes lobbies políticos pasen de la retórica a la práctica, de lo contrario tendremos un Estocolmo + 100, pero no sabremos si aún quede selva amazónica ni humanidad.

 

 

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